Stephen King, el moldeador, los viajes



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Recuerdo que Stephen King me contó por qué dejó de asistir a las convenciones. Estaba sentado en el cuarto de baño y le pasaron libros por debajo de la puerta para que los firmara. Creo que para él ése fue el factor decisivo.

A fin de cuentas, soy “al estilo de Stephen King” un narrador, por contraposición a los “arriesgados” R.A. Lafferty, Robert Aickman, Avram, Davidson o Gene Wolfe.
Neil Gaiman sobre sí mismo
(Weird Tales 320) (vía ¿Quién me mandaría a mi?)

El rey quiere opinar.

La vida de un escritor es digerir y crear historias como como si su cuerpo y mente fueran una gran maquina que lo devora todo por placer y produce cosas propias tanto horribles como memorables. Esa parecer ser la mentalidad de Stephen King.

Bueno, por otro lado en el mundo actual él cree -o algunos captamos esa imagen- que tiene un gran peso para hablar y juzgar a otros autores que van desde J.K.Rowling hasta J.J. Abrams o simplemente estamos ante la personificación del "Fan #1" de cualquiera buena historia que sea popular en su momento. Ese Fan #1 que tiene voz por que muchos lo ven y escuchan con atención ¿Dirá King lo que muchas fanáticos de alguna serie o autor X no pueden? Quizás no, muchas veces no dicta ser muy crítico y cae mucho en el halago. Es más si vamos a leer un articulo u opinión de King mejor verlo como un ávido lector y amante fiel (¿?) de las letras que como el escritor de terror con muchas adaptaciones en medios audiovisuales que casi no funcionan.

Stephen King según Henrik Jonsson

El moldeador


¿Qué es Sandman de Neil Gaiman? Personalmente lo único que supera a The Watchmen mas otras historias de Alan Moore ¿No estan de acuerdo? ¿Quieren ponerse a debatir? ahí les paso un rollo de papel higiénico donde pueden apuntar sus opiniones para después leerlas obviamente. Sandman es lo que debe ser una buena historia sea donde sea que se relate: Un viaje de muy ligero equipaje pero ganas incontenibles de ver a donde llegamos. Eso quizás era lo que veía King (no, en el fondo deseo que si lo fuera) y lo que veía la gente cuando se publicaba periódicamente, ibas cada mes a la tienda saltandote la sección Marvel y la sección Dc para ver que joyas te traía la joven editorial Vertigo.

Joyas que ahora se leen de golpe en el internet. Acaso eso... ¿Hace que el viaje lo sientas como una teletransportación banal? o ¿prefieres algo como un viaje en tren y ver el paisaje al que nunca pisarás? Ustedes lo dirán.

El texto se centra más que nada en la décima etapa de Sandman llamada "El fin de los Mundos" donde se ve a viejos personajes de la serie reunidos en una posada inubicable dimensionalmente pero que esta en todas partes de todos los lugares y de todos los tiempo ¿No se entiende? no importa, lo que importa es que todos cuentan sus historias. A estas alturas uno pensaría que poner muchos personajes secundarios se deba a la falta de ideas de Gaiman para continuar la trama (O quizás hubo otra clase de motivos que desconozco), encima desviarse con historias donde los personajes principales salen en dos o tres viñetas cuyas acciones definen el resultado final. No, no eso lo que uno debe pensar. Si leen El fin de lo Mundos se darán cuenta que esconde muchas cosas importantes o mejor que da pistas para lo que sucedería después. Pero más que nada si uno va leer "El fin de los mundos" es porque realmente disfruta de viajar, cierra tu puerta con llave, despidete de algunos amigos, lleva lo necesario en tu mente, sientate cómodo en ese lugar tan incómodo ya que de ahí vas a despegar ¿Donde llegarás? Eso es lo menos importante, lo que si puedo asegurar es que será un viaje maravillo. Contempla a Sandman como contemplas un hermoso paisaje desde alguna ventana. Allá, al final, te estan esperando.

Comencemos:

"A estas alturas, ¿Puedo decir algo nuevo sobre Sandman, el hermano oscuro de Muerte, o añadir algo a la cartografía de la leyenda? Dúdalo, lector constante. Dúdalo mucho. He llegado a la fiesta de introducciones bastante tarde, y algunas de las personas que me precedieron tienen unas cabezas bastantes privilegiadas.

Neil Gaiman mismo es una cabeza privilegiada, pero aquellos de vosotros que habéis seguido la serie a través de sus extraños- muy extraños. Extremadamente extraños, definitivamente extraños- meandros, no necesitan que les informe de ello. Lo cual es parte del problema. ¡quieren que les sirva un plato de sobras recalentadas cuando a continuación viene él, por no mencionar a Bryan Talbot, Mark Buckingham, Alec Stevens y todos los demás dibujantes? Cáspita y repámpanos. ¿Están de broma?

De lo que si entiendo es de historias. Soy un fan de las historias. De hecho, no creo ir demasiado lejos si digo que las historias con mi vida; la vedad es que esas preciosas figuritas que bailan entre el humo me han salvado la vida de vez en cuando. Neil Gaiman también entiende historias. Es, para decirlo en pocas palabras, un viejo almacén repleto de historias, y tenemos suerte de que trabaje para nosotros, en el medio que sea. Su fecundidad, unida a la calidad general de su obra, es la vez maravillosa y algo intimidadora.

También lo es su arte.

Miren: en su publicación origina, EL FIN DE LOS MUNDOS fue serializado en seis episodios. Pero esos episodios forman parte de una historia más larga, unificada. Eso lo convierte en seis huevos en una sola cesta, ¿Verdad? Pero aquí tenemos huevos dentro de huevos, porque EL FIN DE LOS MUNDOS es una historia al estilo de Chaucer en donde los viajeros – esta vez refugiados en una posada, en lugar de ir de camino hacia Canterbury- se van turnando para pasar una noche tormentosa contando historias. Es un formato clástico, pero en carias de ellas encontramos historias dentro de historias, como huevos dentro de otros huevos. O, dicho de una manera más apropiada, como cajas chinas o muñecas rusas.

El mejor ejemplo de estro lo encontramos en lo que Chaucher podría haber llamado “El cuento del sepultero”. En él, un hombre –bueno, algo parecido a un hombre; su piel es de un incomodo tinte blanco verdoso que recuerda a los necrófagos que yo veía de niño en los cómics E.C. – llamado Petrefax cuenta su historia. Es aprendiz de un maestro necropolitano (sí, así se hacen llamar esta gente, y es una palabra que les va como anillo al dedo) en la Ciudad de los Muertos, donde el entierro honorable es la principal – quizás la única- ocupación.

Petrefax es enviado a ayudar en un entierro aéreo (se practican cinco formas de unificación final en la necrópolis: entierro terrestre, acuático, cremación y momificación son las otras cuatro), después del cual cada miembro del grupo cuenta una historia. Todas son buenas pero la mejor probablemente la historia de Dama Veltis y su mano marchita… una historia que cuenta ella, y que se halla dentro de la historia que cuenta un miembro del grupo que ha realizado el entierro aéreo, que se encuentra dentro de la historia contada por Petrefax en la posada del Fin de los Mundos, que se halla, claro esta, dentro de la historia que nos cuenta Neil Gaiman.

Eso resulta algo desafiante. No digo que sea demasiado desafiante como para que mis viejos amigotes no lo hubieran disfrutado, cuando leíamos nuestros cómics en el sofocante almacén que había en la burhadilla encima del garaje de Chrissie Exigían, una tarde lluviosa de verano, pero es desafiante, es narración al nivel practicado por Raymons Carver, Joyce Carol Oates o (y quizas esto se acerque más a dar una diana) John Fowles.

En las portadas originales de cada número de SANDMAN aparece la frase “Recomendado para lectores adultos”, y yo me atrevo a afirmar que es no significa que estén llenos de sangre, sexo y palabras malsonantes (aunque sí se encuentra algo de esas cosas, gracias a los cielos); significa que si no eres lo bastante mayor como para mascar este material tú solito, puede que lo mejor sea que vuelvas con Spiderman y la Patrulla-X por un tiempo. De lo contrario, te vas a quedar desconcertado. “Del campo no quiere decir tonto”, explica Stu Redman a los agentes del gobierno antes de que lo lleven a la cámara de congelación en La Danza de la Muerte; aquí podría cporregirse eso y dejarlo en algo como “Dibujos y bocadillos no quiere decir tonto”. Y amén a eso, hermano.

Así que éstas son historias inteligentes, y astutamente construidas. Por suerte para nosotros, también son buenas historias, pequeñas maravillas de sencillez y sorpresa. Nunca se pierden entre tecnicinismos, nunca son los que la gente de algún pueblecito de Inglaterra llamaría despectivamente “Demasiado listas para su propio bien”.

Probablemente lo más satisfactorio de la obra de Gaiman –lo que siempre me hace repetir- es que ha encontrado una manera de dar un rodeo al “final sorpresa” estándar sin sacrificar esa sensación de maravilla y asombro que hace la fantasía tan satisfactoria y esencial. Mete esas cosas en el corazón de sus historias, en vez de en los finales, nada más; aquí no tenemos la sensación de leer elaborados chistes de horror, con salpicaduras de sangre y vísceras como remate final. Sale un monstruo enorme en una de estas historias –tiene algo que ver con un misterioso viaje por mar-pero aparece más bien hacia la mitad, en vez de al final (y en otra de las historias, un miembro del grupo en el Fin de los Mundos se refiere a él como “una polla gigante”, cosa que demuestra a la perfección la confianza que tiene Gaiman en sus propias habilidades). De hecho, estas historias funcionan tan bien como cualquiera de las que he leído, en cualquier medio, a los largo de los últimos años de mi vida. Mejor que la mayoría.

Y creo que sé el motivo. En la mayor parte de cuentos literarios, sean de género o no, encontramos a veces una sensación de auto-consciencia, la impresión de que la obra está llena de significado… pero difícilmente encontramos nunca sentido del humor. En la ficción gráfica- en los cómics, dicho con otras palabras- normalmente encontramos mucho humor… pero ninguna sensación de auto-conciencia, ninguna impresión de que la obra debe ser tomada seriamente por sí misma… que tiene mérito artístico. Las historias presentadas en EL FIN DE LOS MUNDOS funcionan a través de amabas fuentes de energía a la vez, y el resultado es una obra con la claridad de un cuento de hadas y el tono subversivo de la mejor literatura moderna. Este material es algo necesario, y Gaiman sabe perfectamente lo que tiene entre mano. Fíjense en los nombres de lugares y personajes, si no me creen; hay tantas referencias –autoreferencias y referencias externas- y citas en estas historias que son prácticamente joyceanas.

O proustianas
O quizás ovarianas
O alguna de esas malditas cosas de las que están habando continuamente en Literatura Comparativa. Lo único que sé seguro es que cuando el narrador de la historia marina se va de casa, el primer barco al que sube es El Espíritu de Whitby. Es una referencia al Drácula de Bram Stoker, claro, y hay cientos de referencias similares repartidas por todo EL FIN DE LOS MUNDOS, piedras literarias semipreciosas, deliberadamente ocultas a medias, como los premios en ese juego de pistas. Gaiman no lo hace con pretensiones, gracias a Dios; eso sería aburrido (y bastante malvado). Es pura diversión, como los chistes en los márgenes de página de la revista MAD.

Otra cosa, y es una cosa importante; hay una enorme sensación de gentileza en estas historias, la sensación de que la gente es, en su mayor parte, buen y digna de algún tipo de salvación. Digna, si lo prefieren, del refugio contra la tormenta que hallan en la posada del Fin de los Mundos.

Los personajes de Gaiman siempre son mas que cucarachas que corretean dentro de una lata, para ser masacradas i liberadas según los caprichos del autor, su terror, su astucia y su tristeza; vean la historia de Prez Richard, sino me creen, o el monólogo corrosivo de Charlene Money en la última historia. Se llega al final con la sensación de haber disfrutado de una comida, y no tan sólo de un surtido de aperitivos altos en colesterol.

No tenía la intención de alargame tanto ni enrollarme de esta manera, pero me remito a los que dije al principio: soy fan de las historias. Es lo que me pone en marcha, lo que me hace levantar, lo que me hace soportar las noches.

Éstas son unas grandes historias, y tenemos mucha suerte de disponer de ellas. Para leer Ahora, y quizás para relee Luego, más tarde, cuando necesitemos lo que sólo una buena historia tiene el poder de hacer; llevarnos hasta mundo que nunca han existido, compañía de gente que desearíamos poder ser… o que, gracias a Dios, no somos.

Con esto basta por mi parte, creo. Ahora pasen la página, como unos buenos chicos y chicas…
… y felices sueños.

Stephen King" (Editorial Zinco, Traducción Ernest Riera)

Recomendación: Parecidos entre Neil Gaiman y Stephen King de Laura en ¿Quién me mandaría a mi?
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