Mes de Jack Kirby: Discurso de Frank MIller (1994) Parte II

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Puedes encontrar la primera parte aquí

El mundo exterior llegó y se fijó en nosotros. El senado de los EE.UU. se reunió en sesión y decidió que los cómics causaban la delincuencia juvenil, ¿no? Así que intuimos el Comics Code, ¿no? Nos pusieron contra la pared ¿no?

Pues no. Mentira. No lo hicieron. El senado nos adsolvió. Frederic Wertham fracasó.

Nuestro sentido de la historia es así de absurdo. La mayoría de la gente que trabaja en esto no se da cuenta de que el senado nos absolvió. Tras sus deliberaciones, elSenado de los EE.UU. decidió que los comics no eran la causa de la delincuencia juvenil. Fuimos absueltos.

¿Por qué entonces el Comics Code? ¿Abyecta cobardía, quizás? Puede que en parte, pero no totalmente.

Fuimos absueltos. ¿Por qué la industria adoptó un código de autocensura más estricto que cualquier industria del ocio? ¿Por qué un industria vital, saludable, que vendía comics a carreteadas -¡diablos, a camionadas!- se castró a sí misma?



La respuesta puede ser un poco demasiado fuerte para algunos estómagos. Las editoriales de los años 50 tenían un problema. Y este problema tenía nombre William Gaines.


William Gaines

William M. Gaines era la más infrecuente de las criaturas, un editor genial. Sus EC Comics vendían muchísimo más que los demás porque eran mucho mejores que los de los demás. Muchísimo. Las demás editoriales no podían competir con él. Bueno, no lealmente. Utilizaron el miedo que flotaba en el ambiente para hundirlo.

Si leen el Comics Code –y yo lo he hecho- verán que sólo fue escrito para echar del negocio a EC Comics. Se creó para eso y lo consiguió (agitando un ejemplar de Americana in Four color, un folleto publicado por el Comics Code)

Puedo demostrarlo. Aquí tengo una copia del Comics Code. (Arrancando la cubierta del folleto).

Perdónenme, pero tengo problemas para abrirlo.

Aquí hay un par de ejemplos del Comics code. Directrices Generales, Parte A, párrafo 11 “Las letras de la palabra “crimen” nunca podrán ser más grandes en dimensión que otras palabras que aparezcan en la misma cubierta. La palabra “crimen” nunca deberá aparecer en una cubierta” Adiós, Johnny Craig. (Arrancando páginas del folleto y tirándolas)

Y en Directrices Generales, Parte B, párrafo A: “Ninguna revista de comics usará las palabras “horror” o “terror” en su titulo”.

Crime SuspenStories #22 portada de Johnny Craig

Un noble esfuerzo, amigos.

Por eso hemos tenido ese estúpido Comics Code todos estos años. No para proteger a los niños. No para satisfacer al Senado de los EE.UU. No para aplacar a Frederic Wertham. Hemos padecido del Comics Code todas estas décadas porque un montón de piojosos editores de los años 50 quisieron hundir a Bill Gaines.

Malas interpretaciones. La expuesta anteriormente continúa persiguiéndonos. Por culpa de algo que nunca pasó, nuestra industria chilla como un niño apaleado, cada vez que se cierne la sombra de una amenaza proveniente del mundo exterior. Cada pocos años, el medio se reproduce. Cada pocos años, los productores de historias sobre héroes que nunca se rinden, empiezan a lloriquear y a decir que deberíamos rendirnos ante un enemigo que ni siquiera nos ataca.

Hoy día, la forma moderna de autocensura es el sistema de calificación. Las advertencias en la cubierta son enarboladas como varita mágica que mantendrá a los censores a raya. Advertencias en la cubierta. Disculpas impresas en los rincones de las cubiertas. A nadie le importará que nos hayamos disculpado… si lanzan las tropas contra nosotros, diremos que lo sentimos mucho y todo solucionado.

¡Oh, vamos! ¿Qué clases de autoengaño es ése? ¿Las advertencias en la cubierta ayudaron a Omaha the Cat Dancer, o a Yummy Fur o a cualquier otro? ¡No! Si en algo contribuyeron, fue a llamar la atención sobre ellos.

Esa es la principal razón de que las advertencias en la cubierta sean una mala idea: simplemente, no funcionan. Lo único que hacen es ahorrar tiempo a los censores.

Compréndanme, por favor: creo que tienen derecho a saber lo que están comprando. Las órdenes de pedido deberían advertirnos que un cómic puede ser problemático, para que ustedes puedan tomar la elección para su tienda, en su comunidad, sobre cómo exponer el cómic al público… si es que quieren exponerlo. Esa decisión es de ustedes. Y mi deber es diseñar mi cómic para que el formato, el precio y la cubierta representen su contendió con honestidad.

Es una cuestión de elección. La de ustedes y la mía. Y de si vamos a poder tomar esa elección libremente.

Sé que no estoy en primera línea de frente como ustedes. Nadie va a ir a mi estudio y quitarme mis lápices, mis pinceles y mi papel de dibujo. Pero estamos juntos en esto. Y cuando ustedes pierden, yo pierdo.

Por eso, me siento feliz de que se me haya dado al menos una oportunidad de ayudar. Denis Kitchen rompió la tradición de cobardía en la historia de los cómic, creando el Fondo para la Defensa Legal de los Comic-Books, la primera organización destinada a luchar contra la censura en vez de rendirse ante ella. Denis me invitó a unirme a su junta directiva y, antes de darles la oportunidad de que se arrepintieran, acepté.

Denis Kitchen y Will Eisner

Tenemos que ser valientes cuando los censores ataquen, si es que atacan. Tenemos que resistir, y resistir juntos, y darle un puñetazo en la nariz al matón. Las disculpas solo envalentonarán a los Frankie Marlkhams, y volverán una y otra vez.

Hay otra razón más seria y más sutil. De por qué las advertencias den la cubierta son un paso al desastre en nuestro futuro. No somos parte del mundo electrónico. No jugamos a lo mismo que juega Hollywood con los censores. Somos parte de una industria más pequeña y mejor: la edición.

Las librerías no se disculpan por vender libros para adultos. Los escritores de libros no tienen que someter su trabajo a puñado de sistemas de clasificación burocráticos o sentarse frente a su ordenador cuando tienen una buena idea y pensar: ¿Clasificaran “R” mi trabajo? Los editores de libros utilizan la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos como escudo contra la censura.

Las advertencias en la cubierta tienen un efecto corrosivo. Me atrevería decir que, cuando un editor los utiliza, cada vez que un autor permite que las pongan en su trabajo, está en cierta medida, cortando el nexo que une con las editoriales de libros y con la protección de la Primera Enmienda. Cada advertencia en cubierta es una señal para que los padres perezosos y los políticos oportunistas sepan que somos presa fácil.

Somos mejores que eso. Tenemos demasiado amor para eso. No dejemos que las malas interpretaciones sobre nuestra historia arruinen nuestro futuro. Somos mejores que eso.

Falsas interpretaciones. Francas mentiras. Nuestra historia ha sido escrita por los villanos demasiadas veces.

Mentiras. Se han dicho un montón de mentiras sobre una misma persona: Neal Adams está loco. A Neal Adams no le gusta trabajar. Neal Adams sólo es un buscapleitos.

Puedo asegurar, como testigo de primera mano: si se escribiera una historia de los cómics veraz, Neal Adams no sólo sería reconocido como un dibujante increíble y que ha creado escuela, sino como un visionario. Un pionero. Como un de los héroes de la historieta. Y si nuestro futuro es tan brillante como creo, Neal Adams será visto como el hombre que nos ayudó a dar un decidido paso hacia el futuro.

Yo estaba allí. Puedo testificarlo. Neal Adams es la prueba de cómic maltratan el talento. Por mucho que ame hacer comics… ¡nunca he visto a nadie trabajar tan duramente! Cualquiera que lo haya visto puede decirlo. Ni siquiera la gripe lo detenía… Por mucho que amase lo que hacía. Neal estaba dispuesto a sacrificar horas, días, por lograr alguna justicia para Siegel, Schuter y los demás.

Hoy día, los dibujantes negocian los derechos de autor que recibirán, no si les pagarán esos derechos. Neal llegó a esta profesión cuando nadie hablaba de derechos. Una profesión en la que los editores permitían habitualmente que los originales fueran robados o destrozados… ¿saben que un gran editor, por lo menos solía romper los originales por norma?

Imagínate algo de la Edad Dorada. Algo de tu dibujante favorito. Joe Kubert, quién sea, Carmine Infantino. Cuando los originales eran enormes (gesticulando para indicar el tamaño de la página). Ahora, imaginen esa página de Joe Kubert siendo metida en la máquina destructora de documentos y viendo como por el otro lado sólo salen tiritas de papel (descripción mímica de la acción). Sólo les describo el primer trabajo que hicieron para un editor varios guionistas que conozco.

Neal Adams

Neal fue uno de los pocos que contribuyeron a que eso cambiase. Y, además, enseño a una generación más joven, mi generación, que nuestro trabajo era digno de respeto. Que nuestros esfuerzos merecían ser recompensado. Que nuestras familias no tenían por qué pasar hambre, mientras nuestras creaciones generaban millones.

El me enseñó, me mostró que ser leal a una compañía en aquellos tiempos, era una contradicción intrínseca en la que sólo un tonto podía creer. Tuvo que tener mucha paciencia. Pero nunca aprendemos hasta que nos toca a nosotros, ¿verdad? Y siempre está esa vocecita que nos dice “Son cosas de hace mucho, mucho tiempo, de los tiempo de Siegel y Schuter, y Kirby, y Ditko…”

No me extraña que, muchos de nosotros, nos sorprendiéramos al descubrir que 17 años de leal servicio y ventas espectaculares no sirvieron para que Marvel Comics sintiera un ápice de lealtad hacia Chris Claremont.

Enlace: Texto completo del Comic Code en ingles


(Concluirá...)



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